Con el marcador empatado a un gol, corría el minuto 79 del partido por la definición del Mundial de 1950 que jugaban Brasil y Uruguay en el estadio de Maracaná, en Río de Janeiro, cuando Ghiggia, entonces veinteañero, marcó el gol del triunfo para los charrúas. Los más de 200.000 espectadores, mayoritariamente brasileños, que se apiñaban en el recinto entonaron el llamado «grito que nunca fue», pues quedaron conmocionados al ver cómo Uruguay les arrebataba un Mundial que daban por ganado desde la previa.