Jaime Gallo, ya fallecido, fue el sastre que vistió a don Felipe durante 40 años. Ahora es su hijo, Fernando Gallo, quien continúa confeccionándolos. No le interesa el diseño y esto se percibe también en la decoración de su casa: no le da importancia a la estética, aunque vaya siempre impecablemente vestido y cumpla con la función que le exige su rango. Además, confesaba que «tuve la sensación de que el suelo me levantaba».